martes, 27 de noviembre de 2012

A VUELTAS CON... LAS NOCHES

Ay! Qué bien eso que se ve en las películas. Mamá y papá durmiendo a las 3 de la madrugada, bebé que empieza a berrear y mamá que suelta un te toca a ti.
Y que ingenua de mí, pensar que lógicamente el hijo es de los dos y si te repartes, alguna horica duermes.

Pues no. Los primeros meses (sobretodo si das el pecho) el hijo es de la madre. Cuando se despertaba en mitad de la noche, entre que me estaba recuperando aun del parto y lo que me cansaba durante el día, no me sentía con fuerzas ni de levantarme.
Si papá lo cogía para intentar calmarle, lo único que hacíamos era alargar todo el proceso que venía después. Así que para dejar de oir ese llanto absolutamente insoportable (y lo es por los decibelios y porque a mí siempre me provoca un gran sufrimiento oir llorar a mi hijo, comprenda o no los motivos; instinto creo que lo llaman) lo cogía yo y al sofá a dar teta. Mi churumbel no enganchó el pecho tumbados hasta los dos meses o más. Os juro que me llegaba a quedar dormida con el niño apoyado en el cojín de lactancia, aunque nunca se me cayó.
Porsupuesto, para que algo (leche) entre, algo (...) tiene que salir y hacer sitio, así que todas, repito todas las noches hasta más de los cuatro meses, el niño se cagaba. Pero además sin piedad, manchaba body, pijama, a veces sábanas... En esos tiempos aun usábamos pañal desechable de marca superguays, y superguays nos lo pasábamos limpiando el estropicio.

Entonces ve al cambiador en el baño, llena palangana (esperando un poco a que el agua salga caliente), pasa y aclara la esponga mil y una veces porque eso no se acaba, seca, encrema y cuando vas a cerrar el nuevo pañal... ¡caquita a propulsión! y sin avisar. Oye, que mejoraron muchísimo mis reflejos en esos meses, podría doblar a Keanu Rives en la escena de Matrix esquivando balas.
Ala! Cambia el agua de la palngana, quita el pañal que has gastado sin usar, seca, encrema y pon otro pañal. Esta vez lo abrochaba superrápido, como si una vez que está cerrado ya no hubiera posibilidad de que se hiciese de nuevo.

Ya estaba limpio, llevaba en el baño de pie y con sueño mucho rato, y cuando iba a cerrar el body recordaba que la ropa también tocaba cambiarla. El niño medio desnudo, la casa fresquita que era invierno, y papá dormido (yo pensaba, que duerma y así por el día uno de los dos estará con energía, otra vez ingenua, ¡hombres!). El caso que envolvía a niño en una toalla y nos íbamos a por ropa (nunca se me ocurrió dejar una muda limpia en el baño por las noches), volvíamos al baño, le vestía y... bebé más espabilado y contento que Chupilla. Ahora a ver quien lo duerme. 
Teta, de pie, acunando y cantando a la vez. Esa era la única forma en la que se dormía, y no muy rápido.

Al final, si se había despertado a las 4 de la mañana, lo volvía a acostar a las 5:30, que sumado a todo el trajín, hacía que a mí me hubiera entrado hambre, sed, pis y se me hubiera pasado el sueño.
Otra vez a ver Farmacia de Guardia o Cuéntame, o lo que echasen en la tele.

A eso hay que sumarle 4 ó 5 cinco veces más que se despertaba para mamar, aunque sin manchar pañal. 

Eso sí, todo el tiempo que estábamos en el baño, no dejaba de mirarle a los ojos, decirle cosas bonitas, besarle los pies, las manos, la tripa, la carita... cantarle bajito.  Si hubiera dormido todas las noches de tirón, habríamos pasado (1,5 horas X 30 días X 4 meses) 180 horas menos compartiendo momentos felices y cómplices. Así que ahora, el sueño se me olvidó, pero esos momentos quedarán para siempre.
Buenas noches. 

domingo, 18 de noviembre de 2012

OS CUENTO...

En ésta entrada iré publicando anécdotas y situaciones por las que hemos ido pasando desde que soy madre. 
Como ahora tengo la oportunidad de hablar con tantas mujeres estrenando su maternidad, me doy cuenta de que hay situaciones que se repiten y que yo pasé en su día.  Por eso, me apetece compartir esas experiencias en el blog.

No es mi intención sentenciar, ni espereis encontrar las respuestas definitivas a vuestras dudas, no soy experta en nada. Sólo una mamá un poco tozuda, que ha podido superar muchas dificultades (siempre apoyándome en grandes mujeres que he encontrado en mi camino) y que sigue intentado superar alguna que se resiste. Cuanto más aprendo, más me doy cuenta de que no sé nada (momento filosófico, que también los tengo).

Por eso, lo que pretendo con estas historias es acompañaros, entreteneros y que, si os sentís identificadas, comprendais que no os pasan estas cosas sólo a vosotras. Que lo de que los hijos de las demás duermen, comen y se portan mejor que el vuestro suele ser mentira, y que a todo te haces. Pero sobretodo, que cada etapa del crecimiento de nuestros hijos tiene siempre algo maravilloso y lleno de magia, aunque a veces haya que encontrarlo entre los escombros de la tormenta y SIEMPRE supera la magnitud de esta.